MACHU PICHU
Machu Pichu – al mencionar el nombre me vienen a la mente todas las leyendas de “El Dorado” y su búsqueda por más de quinientos años tanto de aficionados como de arqueólogos de renombre. ¿Qué tiene este mítico paraje que hemos visto en más de una fotografía? Y ¿Por qué esta ciudad en particular está relacionada con tantas leyendas y mitos?
Antes del amanecer nos dirigimos desde Cusco en autobús hacia la estación de trenes de Ollantaytambo, cruzando el corazón de los Andes Peruanos con el sol naciente a cuestas. Los primeros rayos despliegan ante nosotros los majestuosos picos nevados y la escarcha en las faldas de las montañas deslumbran como diamantes esparcidos entre los verdes paramos de aquel país milenario. Impacientes por llegar a la estación de trenes, nuestro guía nos entretiene con historias fascinantes del pueblo de Ollantaytambo, su significado e historia, su importancia en el mundo Inca y la belleza de sus construcciones, que hoy en día todavía se puede observar.
LA LEYENDA: La bellísima Cusi Coyllor, hija del emperador Pachacútec se enamoro perdidamente de uno de sus generales mas galardonados, pero la diferencia de clases sociales les impide casarse. A diferencia de las otras leyendas de amor al estilo “Romeo y Julieta” es que en esta nuestro héroe se levanto en armas y por más de diez años alza a todos los pueblos alrededor en contra del ejército imperial. Al final lo capturan (traicionado por su mejor amigo) y el hijo de Pachacútec, Túpac Yupanqui al escuchar su historia lo libera y le permite casarse con su hermana.
Entre narraciones e risas hemos llegado a nuestro destino y el tren “vista dome” nos espera a la terminal con ligero chirrido y respiración pasmosa. He viajado en muchos trenes a lo largo de mi vida por trabajo y por placer, pero la experiencia es única, considerando que el techo del tren es de cristal al igual que los ventanales de tamaño impresionante. Con el clásico silbido de los trenes arrancamos rumbo a Aguas Calientes y nos internamos más en las entrañas de los Andes. No hay palabras que puedan describir los paisajes por los cuales pasamos, ni forma de narrar la belleza de los ríos con el contraste de piedras calizas y rojizas, enredadas en el verdor del bosque. Me sentí intruso en la pacifica mañana, rodeado de tanta exuberancia que mi ansioso cerebro al día de hoy trata de procesar. Cualquier escritor ó poeta que trata de relatar estos paisajes necesariamente se va a quedar corto en palabras, por que la gama de colores que nos rodearon durante el trayecto era tan amplia, que nuestros ojos terminaron llorosos. Aguas Calientes es un pueblito recortado en la orilla del rio Vilcanota, ofrece poco atractivo, considerando que es el punto de partida hacia una de las siete maravillas modernas, con lo cual es difícil de competir. Sin embargo la comida, el hospedaje y la gente son maravillosos. Nos dirigimos en autobús por un camino sinuoso a más de 2700 m de altura desde el valle. Se puede subir caminando, pero nuestros cuerpos atléticos de gimnasio decidieron, nada más ver la empinada montaña frente a nosotros, que el autobús es la opción más “rápida”. Después de media hora en un autobús de cuarenta plazas, sobre un camino de cabras montañeses, me volví a prometer que jamás me subiría en una montaña rusa por placer. La experiencia es espeluznante, la vista espectacular y los guías de los autobuses no les piden nada a los pilotos de carreras profesionales.
Ante nuestras vistas se muestra la impresionante Machu Pichu, la montaña que dio el nombre de la ciudad enclavada en su interior. Muchas son las hipótesis y discusiones sobre el descubrimiento ó redescubrimiento de esta ciudad por el polémico Hiram Bingham. La verdad es que esta ciudad nunca se perdió en ningún momento de su historia, siempre estuvo ahí e inclusive los escalones agrícolas se usaban día a día por los pobladores locales. Quiero imaginarme, que en aquella época por ahí de inicios del siglo veinte las leyendas de ciudades perdidas en las Amazonas y Perú abundaban en las temas de conversación del té de la tarde y como curiosamente sobre la ciudad “perdida” de Machu Pichu había menciones y registro de varias fuentes anteriores a su redescubrimiento habría sido fácil dar con el lugar. Probablemente Hiram Bingham fue el primero en darse cuenta de la importancia de este conjunto de piedras, parcialmente cubierto por la vegetación de la selva amazónica. Si lo hizo por razones filantrópicas, arqueológicas ó por codicia es algo que nunca sabremos. Hoy en dia sigue siendo un personaje muy polémico y la discusión entre USA y Perú todavía no termina a pesar de que ya pasaron más de cien años desde aquel descubrimiento. Hiram Bingham cargo en un barco más de cincuenta mil piezas (numero oficial) encontradas en las ruinas de la ciudad y entierros rumbo a los Estados Unidos. Dicen los peruanos, que fueron muchas más piezas las que se llevo, considerando que la salida de los baúles cargados se hizo a toda prisa. Pero este dato tampoco lo sabremos con certeza. Hace algunos años los arqueólogos, que continúan trabajando en las ruinas, encontraron varias piezas de oro, bellamente talladas, por lo cual solamente pueden presuponer los que Hiram Bingham se llevo. Estados Unidos en el 2012 autorizo el retorno de 3000 piezas de este tesoro a los museos peruanos, con motivo los festejos de 100 años del descubrimiento. La ciudad, cuentan los guías locales, fue construida como universidad y centro ceremonial, en donde los hijos de los nobles estudiaban el arte, la filosofía, aritmética, cosechas y todas las demás materias necesarias para el funcionamiento del bien ordenado gobierno de los Incas. También cuentan los guías, que la ciudad estuvo ocupada durante muy pocos años, antes de ser abandonada y trasladada hacia el sur, lo que hoy en día se conoce como Paititi ó El Dorado. En Machu Pichu han sido encontradas únicamente siete tumbas, lo que indica que el sitio se ocupo por pocos años y que realmente hubo muy pocas personas viviendo ahí. Otro dato curioso es que el Reloj de Sol, que se encuentra en la plaza principal del recinto, fue roto por un helicóptero que bajo en una de las visitas oficiales que recibió el gobierno peruano. No fue descuido del piloto, una fuerte ráfaga de viento ladeo el helicóptero y lamentablemente hoy en día podemos ver la pieza en el museo y no en su lugar original. Están los sistemas de riego, que hoy en día funcionan, los escalones agrícolas, los altares con eco y más que nada la sensación de estar en un lugar de paz. Machu Pichu exhala tranquilidad y poderío. Hay muy pocos lugares en donde uno se siente recargado de energía y espiritualidad y Machu Pichu es uno de ellos. Probablemente podre seguir hablando de este lugar maravilloso, pero deben verlo con sus propios ojos y sentirlo en su interior.
Atrévanse a vivir Machu Pichu.